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Leonardo Mancini Morales, una ópera al infinito

Parte un artista, intelectual y destacado vecino

Leonardo Mancini Morales, una ópera al infinito

Publicado el 09/07/2019
Segundo de derecha a izquierda don Leo Mancini
Segundo de derecha a izquierda don Leo Mancini
Destacado profesor de música dejó una larga trayectoria en cultura y patrimonio local. Adherimos al dolor de la familia y celebramos su aporte al desarrollo de esta tierra.

Don Leo, o francamente tío Leo, era la manera habitual de referirse a quien fuera un gran impulsor de la música en la ciudad. Profesor de este ramo en el Liceo Comercial de Valdivia, formó muchas generaciones de coros y músicos, interesándose en la puesta en valor y rescate del patrimonio de Niebla y Valdivia.

Colaboró en la divulgación de la ópera, para que todas las personas aprendieran a apreciarla y fue imperdible contraparte en las instancias ciudadanas para la reconstrucción del teatro Cervantes, colaborador del Museo de Niebla, vecino inquieto del progreso comunitario en la costa, como dirigente político llegó a ser Secretario de Finanzas del Partido Socialista, Regional Valdivia.

Su padre fue el dueño de la recordada Relojería y Joyería Mancini "la casa de los 10 mil relojes", ubicado en el edificio Taboada, en calle O'Higgins.

Como vecino, siempre estuvo interesado en mejorar las condiciones del poblado de Niebla, colaborando en la instalación del agua potable, rescatando historias que compartía en su entretenida charla, rompiendo todo vestigio de incomunicación generacional.

El siguiente relato fue parte de su colaboración en las Tertulias de Invierno, donde entregó valiosa información histórica para la contextualización de Niebla.

Mirando las Lagartijas

"Hace años atrás, no me recuerdo cuantos con exactitud, pero mirando al pasado calculo que debe haber sido en los 80', ocurrió que aparecieron por Niebla unos sujetos bien presentados que convencían a los niños de esta localidad costera para que cazaran lagartijas, que ese tiempo y desde siempre antes, proliferaban durante la época estival. Se les entregaba un pequeño artilugio consistente en un palito con una lazada en uno de sus extremos.

Se ofrecía a los niños un pago por cada lagartija viva que entregaran. El resultado de esa masiva cacería fue la pronta y total desaparición de la especie de la costa neblina, por muchos años.

Ahora nuevamente se suelen ver estos pequeños animalitos, pero nunca en la cantidad que existía antes de la cacería que he relatado.

Se dijo entonces que se exportaban como mascotas.

NOTA: me afloro este recuerdo luego de leer el "cuaderno perdido de Claudio Gay" que se me fue obsequiado en nuestra primera reunión_ tertulia el 27-7-18...

Allí me entere que el hábitat natural de estos pequeños dinosaurios era entre Chile y Argentina.

¿A dónde habrán ido a parar nuestras lagartijas neblinas?"

Leonardo Mancini
Habitante de Niebla.

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